lunes, 18 de junio de 2018

Rendirse ¿Otra estrategia de lucha?


Desde pequeña escuché que debía luchar por mis sueños, luchar por la igualdad, luchar por una sociedad más justa, luchar, luchar y luchar, como si la vida fuera una eterna pelea.

No fue culpa de mamá ni papá, sino de todos los mayores que me hablaban y me daban lecciones de vida con mucho cariño, para afrontar los momentos difíciles.


A medida que crecí un poco reconocí ese espíritu de la lucha en todo: en el transporte público donde las las personas dan codazos, en los que se suben al bus para denunciar la injusticia social y luego piden plata con cara amenazante, en los amantes de la vocina o los autos que se estrellan en la calle o en los motociclistas que aceleran cuando ven a un peatón y en cada persona que llega de mal humor a la oficina.

Pero esta entrada no es sobre ellos, es para ellos. 

No sé si no se cansan de eso de ir en contra de todo y de todos para poder hacer realidad los deseos que hierven en el interior, tampoco si al igual que yo están hartos de “Luchar por..” siento que esas dos palabras son una carga muy pesada. 


Como es usual voy a la RAE, para saber lo que significa luchar, aparecen estos significados:
1. f. Pelea en que dos personas se abrazan con el intento de derribar una a otra.
2. f. Lid, combate, contienda, disputa. U. t. en sent. fig.
3. f. Oposición, rivalidad u hostilidad entre contrarios que tratan de imponerse el uno al otro.
4. f. Esfuerzo que se hace para resistir a una fuerza hostil o a una tentación, para subsistir o para alcanzar algún objetivo.

Eso de luchar por todo, de ir por ahí cada cual una burbuja de espacio personal, asimilando el eterno malentendido como algo obligatorio, de pensar que los sueños o propósitos no son susceptibles de ser comprendidos me resulta una tontería.

Alguno dirá ¡Pero es que desde el colegio nos uniforman, piden que seamos obedientes, que hagamos como los otros compañeritos de clase! y nadie quiere ser igual. La mala noticia es que en este hervidero de almas todos buscamos diferenciarnos, la buena que no estamos tan solos en ese sentimiento. Luego, llega la adolescencia, y el conflicto ya no es solo con los otros sino con nosotros mismos esas luchas particulares que intentan validar nuestro carácter único en la juventud son las que nos sirven para reconocernos como semejantes en la madurez. 

Nos comemos ese cuento de que nuestra individualidad va en contravía de una sociedad masificante, nos encerramos en casa después de estudiar o trabajar o de lo que sea que hagamos. 

"Cerramos los ojos antes de dormir y nos tragamos las mil soledades diferentes que nos habitan, pensando que nadie siente lo que sentimos y con buena razón, nadie siente como otro. Pero eso no implica que seamos incomprendidos."

A veces pienso que tenemos que dejar de luchar por y para casi todo. Las preocupaciones humanas esenciales, no son únicas, más bien compartidas: comer, dormir, tener alguien en quien volcar nuestro afecto, algo en lo que poner nuestros vacíos. son cosas tan simples que más que una lucha deberían fomentar el espíritu de colaboración humana.


Si ser un luchador es derribar al otro, no quiero luchar mis sueños no pesan mas, ni menos que los de otros.
Quiero abrazar sin intentar derribar; no entrar en combates inútiles,de eso ya está lleno el mundo. tampoco deseo imponerme… ¿Para qué pisotear al compañero cuando se puede utilizar el cerebro para persuadir o para construir? Quiero caminar al lado de otros, no resistirme a su fuerza pues esta nos puede llevar juntos a un mejor camino.

Si mi querido lector/a es de los que se estresan en la calle, que piensan solo trabajar y salir del paso, de los que creen que nadie los entiende, que luchan por sus sueños con el tedio en los hombros y la firme convicción de que anda solo en este mundo. Lo invito a que mire alrededor, deje de hablar de luchas y mas de construcciones personales y colectivas, la gente en su entorno también tiene cargas similares a las suyas y una sonrisa puede hacer milagros en el día de otros. 

Necesitamos quitarnos esa mentalidad de competencia, mejor dicho menos lucha y más trabajo. Un café, una llamada espontánea, un saludo cordial pueden ser la clave para quitarse los guantes y empezar a recorrer la vida dándonos la mano. Por que rendirse ante el encanto de la vida también es una buena estrategia para planear y saber cuales son realmente nuestras luchas.