jueves, 19 de marzo de 2015

carta a mi papá.

Buenas noches papá, han pasado varios años.
A veces trato de aferrarme a la memoria, a los recuerdos que vienen y se van: El sonido de tu guitarra en la mañana, algún fragmento inconcluso de tu voz en una canción colombiana, tus ojos un poco más claros que los míos, tus cejas despeinadas y sin un color definido. Recuerdo muchas cosas pero no todo y sé que mucho de lo que albergo en mi cerebro es inexacto.

Ya no soy la niña que se aprendía listas de 24 cosas con una sola leída, la que recitaba párrafos solo con leerlos, ni la que era llamada “Alien” o “diccionario humano” en el colegio, creo que tuve algún cortocircuito, pero no está mal. Ahora soy menos “miss perfecta” pero puedo decir que soy más feliz, estoy en paz conmigo y sé que estarías orgulloso de ello.

Hoy trato de respirar y romper la neblina que hay en mi cabeza para  guardarte en el alma con mucho cariño y alegría.

En días como este quiero pensar que si cierro los ojos me vas a abrazar, que no me va a dar la lloradera, que algo va a traerme algún fragmento de vida que creía olvidado. Entonces, quiero creer que la muerte no puede impedir que mis palabras te toquen, fingir que la historia no se va convirtiendo poco a poco en polvo. Como no te puedo decir las cosas  cara a cara creo que internet es un buen lugar donde desparramar lo que pienso.

Papá, quiero que sepas que por fin voy a graduarme, ha sido un camino larguísimo, lleno de aprendizajes y sorpresas.  Creo que tuve que pasar el doble de semestres en la universidad que los jóvenes normales, aun habiendo salido a una edad medianamente adecuada, eso me dio tiempo para sentirme como una viejita, para aprender el doble y valorar a mis profesores.

Ahora, vuelvo a lo del tiempo: se me escapa y no sé qué hacer, pero no tengo miedo, tú me enseñaste a dar pequeños saltos de fe. Hoy puedo decir con orgullo que me he mantenido fuerte aun sin saber si podré vivir de mi profesión. Cada año que pasa, algo de mí se borra y algo de ti se hace difuso, sólo lo que atesoro con más fuerza se queda  en mi interior.

Con tu partida he aprendido que a pesar de cualquier dolor o pena el mundo va a seguir andando y yo debo acompañarlo mientras gira,  ahora sé que debo enfrentar mis propias tristezas con el cariño y el valor que cada una de ellas merece. Ya no me da ni pena ni miedo  llorar, gritar, cantar o bailar, casi nada me da oso, porque también aprendí que la vida es muy corta para vivir apenada y escondida.

Papá, sé que no es la carta más linda que te he escrito,  pero quiero darte gracias.

Gracias a ti  tengo el coraje para levantar la cara cada vez que me llaman rara, cada vez que me juzgan por ser una mujer controversial, cada vez que me piden que encaje en un molde. Gracias a ti, al amor y la fuerza que me inculcaste desde pequeña,  tengo la valentía de romper estructuras, de intentar que este mundo sea un lugar mejor.

No sé que más decir, solo espero que la eternidad te trate bien, quiero que sepas que te recuerdo, siempre llena de dicha. Hoy desde el fondo de mi corazón te mando un beso y un abrazo de buenas noches llenos de amor infinito, hasta las estrellas.