miércoles, 11 de noviembre de 2020

La moda insufrible

Llevo dos años viendo bloggers de moda y estilo que se arriesgan poco. Chicas preciosas que optan por opciones seguras: colores negro, blanco, gris, caramelo, beige… Neutros que combinan con todo y se ven bien en casi cualquier tipo de tejido y cuerpo. Es una ruta fácil para llegar al éxito sin incomodar, sin enfrentarse al miedo o al juicio de los demás.

Este año he vigilado marcas colombianas, españolas, francesas, koreanas, japonesas y de otros países. Miré las camisetitas de nido de abeja del verano hasta el hartazgo una tras otra, replicando la tendencia sin variaciones mínimas. Los cropped sweatshirts de las tik tokers que poco se animan a coser lentejuelas, piedras y dibujos propios en su ropa  y llenan la tela con silicona. Todo me parecía tan triste como el encierro de la cuarentena.

Si hablamos de cuarentenas, a pesar de estar en sudadera y usar la misma ropa una y otra vez hasta que me deprimí y dije que esa chica en uniforme no podía ser yo. Tuve la oportunidad de ver como las marcas locales se plagaron de sudaderas, leggins, tapabocas, trajes antifluido, caretas y opciones que llamaban a la comodidad que tanto desdeñaban. Pero de nuevo, los colores neutros sin mayores detalles, uno que otro pastel, alguna gota de neón, como se había previsto por los caza tendencias de siempre y los artículos que nos hablan sobre faldas, pantalones y ropajes sin los que no podemos vivir.

Luego encontré otro tipo de bloggers y youtubers: las atrevidas, esas que inquietan esas y enseñan como bordar, que adaptan el modelito de la temporada a sus gustos. Las que muestran como hacer aretes al estilo hindú con materiales de papelería, que se adueñan de un paquete de ganchos, tres espejos y un pedazo de cemento y de un momento a otro sacan alguna obra de arte, esas que permanecen escondidas y tienen menos seguidoras. Las que no necesitan gritar, ni poner un tono estridente, ni verse perfectas en la cámara y son en medio de su propio refugio web bellezas indomables.

Me idiotizo con los videos de savoir faire de las grandes casas de moda, no solo los de este año y el pasado, sino los de los noventas, los de los dos mil y caigo en cuenta de que la moda vale por la cantidad de trabajo de quienes la realizan, no porque sea Mcqueen, Lanvin, Chanel o Gucci. Me estremecen los colores, las formas y la elegancia de algunos desfiles antiguos. Y bostezo al ver como  Los más grandes, los que erigieron las casas inmensas del glamour han muerto o se mantienen en sus pedestales. También con propuestas cómodas y consistentes que los salven del juicio. ¿Qué carajos les pasa? Que la economía esté mal no quiere decir que la creatividad también. En algunos casos vi colecciones impecables que no tenían un ápice de novedad.

La moda es también el reino de la exhuberancia, un reposo para la expresión. Si estamos en cuarentena y sufrimos y extrañamos y sobre todo si nos vestimos, que sea como lo que soñamos o deseamos. No como si otros nos miraran. No como si quisiéramos complacer a esos otros que nos ven y se olvidan. Es el mejor tiempo para las selfies extrañas, para los adornos en el pelo y estar sin brassier y usar las superposiciones de prendas y cosas que no nos atrevemos en público. es el tiempo paras el desarrollo de la creatividad.

¿Porqué hay miedo de desencajar? ¿Porqué hay necesidad de seguir la tendencia sin antes examinarla? ¿Acaso tenemos tanta aprensión a lo desconocido como para no aventurarnos a destacar? Porqué seguir con los ciclos de la moda insufrible y despersonalizable cuando  Dentro del cuerpo de cada ser humano hay un montón de rarezas y milagros que claramente no se reflejan en la forma que vestimos y hablan más de una cotidianidad repetitiva que de las maravillas  y dolores que se acumulan en cada intelecto.

Hay cientos y cientos de revistas y blogs de moda que se limitan a repetir los comentarios de X o Y chaqueta divina. Cientos y cientos de textos y fotos online que reflejan el espíritu y la rapidez de nuestra época, con críticas a la ligera sobre un tema  tan fuerte como la identidad personal. artículos y looks que se repiten y se legitiman, por nuestra comodidad, pereza o miedo.

Y lo bueno es esto: Tenemos el poder de no ser los mismos, tenemos el poder de cambiarlo.