Buenas noches papá, han pasado varios años.
A veces trato de aferrarme a la memoria, a los recuerdos que
vienen y se van: El sonido de tu guitarra en la mañana, algún fragmento
inconcluso de tu voz en una canción colombiana, tus ojos un poco más
claros que los míos, tus cejas despeinadas y sin un color definido. Recuerdo muchas
cosas pero no todo y sé que mucho de lo que albergo en mi cerebro es inexacto.
Ya no soy la niña que se aprendía listas de 24 cosas con una
sola leída, la que recitaba párrafos solo con leerlos, ni la que era llamada “Alien”
o “diccionario humano” en el colegio, creo que tuve algún cortocircuito, pero
no está mal. Ahora soy menos “miss perfecta” pero puedo decir que soy más feliz,
estoy en paz conmigo y sé que estarías orgulloso de ello.
Hoy trato de respirar y romper la neblina que hay en
mi cabeza para guardarte en el alma con
mucho cariño y alegría.
En días como este quiero pensar que si cierro los ojos me vas
a abrazar, que no me va a dar la lloradera, que algo va a traerme algún
fragmento de vida que creía olvidado. Entonces, quiero creer que la muerte no
puede impedir que mis palabras te toquen, fingir que la historia no se va
convirtiendo poco a poco en polvo. Como no te puedo decir las cosas cara a cara creo que internet es un buen lugar
donde desparramar lo que pienso.
Papá, quiero que sepas que por fin voy a graduarme, ha sido
un camino larguísimo, lleno de aprendizajes y sorpresas. Creo que tuve que pasar el doble de semestres en
la universidad que los jóvenes normales, aun habiendo salido a una edad medianamente adecuada, eso me dio
tiempo para sentirme como una viejita, para aprender el doble y valorar a
mis profesores.
Ahora, vuelvo a lo del tiempo: se me escapa y no sé qué
hacer, pero no tengo miedo, tú me enseñaste a dar pequeños saltos de fe. Hoy puedo
decir con orgullo que me he mantenido fuerte aun sin saber si podré vivir de mi
profesión. Cada año que pasa, algo de mí se borra y algo de ti se hace difuso,
sólo lo que atesoro con más fuerza se queda en mi interior.
Con tu partida he aprendido que a pesar de cualquier dolor o
pena el mundo va a seguir andando y yo debo acompañarlo mientras gira, ahora sé que debo enfrentar mis propias
tristezas con el cariño y el valor que cada una de ellas merece. Ya no me da ni pena ni miedo llorar, gritar, cantar o bailar, casi nada me da oso, porque también aprendí que la vida es muy corta
para vivir apenada y escondida.
Papá, sé que no es la carta más linda que te he escrito, pero quiero darte gracias.
Gracias a ti tengo el coraje para levantar la cara cada vez
que me llaman rara, cada vez que me juzgan por ser una mujer controversial,
cada vez que me piden que encaje en un molde. Gracias a ti, al amor y la fuerza
que me inculcaste desde pequeña, tengo
la valentía de romper estructuras, de intentar que este mundo sea un lugar
mejor.
No sé que más decir, solo espero que la eternidad te trate
bien, quiero que sepas que te recuerdo, siempre llena de dicha. Hoy desde el fondo de
mi corazón te mando un beso y un abrazo de buenas noches llenos de amor infinito, hasta las estrellas.