Ir a plazoletas de comida en centros comerciales es un espectáculo; la gente corre afanada formando filas como de hormigas que cargan sus propias moronas, se liberan competencias visuales entre personas de todas las edades y caminatas cuasi olímpicas solo para ocupar un puesto. Lo más inquietante sucede cuando la comida se ha terminado, el estómago está satisfecho y las personas pueden pensar con claridad. Es en este momento del abandono de la mesa donde se pueden encontrar tres tipos de individuos:
1) Los que dejan absolutamente todo desordenado, con un reguero terrible y argumentan que no recogen ni organizan nada pues “por eso les pagan" a las personas que tienen que recoger los sobrantes (muchas veces revueltos, con babas y manoseados) inclusive ponen la servilleta arrugada encima para terminar de decorar.
2) Las personas que no botan nada a la caneca, pero tratan de organizar lo mejor que pueden la bandeja el plato y los cubiertos, eso sí, los ponen en cruz o en paralelo para demostrar su opinión frente a la comida. Tampoco botan su propia basura por que les da asco.
3) Los que recogen lo que pueden, botan los sobrantes a la caneca y procuran dejar limpio el sitio donde comieron, sabiendo que otra persona espera para sentarse en este mismo puesto.
Siempre he pensado, que como uno deja la mesa y el plato tiene el corazón.
Las personas tipo uno, seguramente no se fijan en lo duro que trabajan quienes limpian y organizan las plazoletas de comida (muchas veces por un salario mínimo), no se detienen a mirar la resignación con la que algunos empleados empujan el carrito con desperdicios y bandejas o la cantidad de tiempo que deben aguantar recogiendo y oliendo residuos ajenos.
Las personas número dos, suelen ser sujetos pudorosos, que, si tienen asco de sus propios deshechos y de tocar las canecas, pero no imaginan el nivel de necesidad que debe tener alguien para desempeñar este trabajo.
La gente tipo número tres puede ser de otros tres subtipos:
Los que tienen un pequeño trastorno obsesivo con la limpieza. Aquellos que levantan sus residuos alimenticios de manera aprendida, mecánica o aquellos que sienten algo de compasión por el que limpia las plazoletas.
Sea cual sea el caso, los invito a ser del tipo tres, no es un trabajo fácil para los empleados, si ayudáramos un poco a estas personas agilizaríamos el cambio de mesa, evitaríamos un montón de desorden y podríamos ahorrar tiempo y disgustos tanto para nosotros, como para ellos.
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