Marilynn Monroe hizo del labial rojo su sello personal,
las chicas góticas se pintan los labios oscuros, las mujeres de todo el planeta
dan besos de colores desde tiempos tan antiguos que la abuela de nuestra
abuela, no alcanzaría a saber cómo ni cuándo apareció esa barra superpoderosa
para ponerle color y sensualidad a nuestras palabras o a resaltar las selfies
con cara de pato.
Uno de los registros más antiguos del uso del labial data
del año 3.500 antes de Cristo, se cree que se utilizaba para demostrar estatus
social, por ejemplo: la reina SChub-ad del antiguo Ur utilizaba un pigmento
especial que tenía rocas rojas trituradas para embellecer los labios. Los pigmentos
de la época se guardaban de forma rudimentaria en cáscaras de ostras, el rojo
no era el único color, otros como el magenta o los tonos oscuros también
formaban parte de la belleza egipcia que ha sido inmortalizada bajo la
representación de Cleopatra.
Pero la historia del labial no está llena únicamente de
glamour, también de muerte, brujería y prejuicios. Las mujeres de la antigua Grecia,
aparentemente no debían utilizar labial en público pues este se reservaba a las
servidoras sexuales.
Ya un poco más tarde, durante el medioevo en Inglaterra el
uso del labial rojo escandalizaba, la iglesia desaprobaba su uso ya que alentaba
la lujuria y no denotaba pureza o castidad, tal vez un poco de rosado o lila podrían
hacer más hermosa a una dama. Aunque el maquillaje atravesaba una era pálida, ya
se reservaba para los espectáculos y el ambiente bohemio.
En Norteamérica, en cambio, cerca de las primeras décadas
de 1900, comenzaban a proliferar las compañías cosméticas que no siempre teníaan
los estándares de sanidad adecuados, los labiales estaban envueltos en papel o
en otros contenedores rudimentarios, las estadounidenses comenzaban a aceptar
dichosas las tendencias del rouge francés y aparecían las primeras barras con
labial que podía subir y bajar. En 1915 Maurice Levy tenía la idea de producir
labiales a gran escala empacados en tubos de metal. En la década de 1920 la
industria de los labiales iba en alza, y cada vez había màs innovación, incluso
apareció el delineador de labios.
La guerra mundial fue la encargada de exigirle color a
los rostros, algunas empresarias como Elizabeth Arden que aún en la actualidad sigue
vigente, crearon imperios cosméticos y de belleza para alegrar la cara de
sufrimiento de las amas de casa y las mujeres que comenzaban a trabajar y liberarse
de diversos estigmas sociales en esta época, como enviudar y criar hijos, ejercer
actitudes poco femeninas como el trabajo que no siempre estaba bien visto. El
labial, ahora no solo era un compañero de belleza, ni una frivolidad, sino una
herramienta de empodermaiento, y belleza frente a al dolor de la guerra.
Poco a poco la creciente demanda de este producto requirió que
existieran regulaciones en todo el mundo, durante muchos años se conocieron
casos de intoxicación con mercurio, plomo y otros compuestos, pero eso es otra
historia y deberá ser contada después. Lo que sí está claro es que en la
actualidad las barras para pintar los labios vienen en todos los colores,
sabores y olores que podamos imaginar, han venido para quedarse y siguen
formando parte de la vida de las mujeres y ¿Porqué no? también de algunos hombres.
Los labiales son la prueba de que la boca femenina está hecha para hablar, seducir, mostrar fuerza, compartir conocimiento y no solo para quedarnos calladas, porque con colores en el rostro, la vida es más amena.
Si quedaron con curiosidad, de aquí salió la información para este artículo: https://dash.harvard.edu/bitstream/handle/1/10018966/Schaffer06.pdf?sequence=1
Los labiales son la prueba de que la boca femenina está hecha para hablar, seducir, mostrar fuerza, compartir conocimiento y no solo para quedarnos calladas, porque con colores en el rostro, la vida es más amena.
Si quedaron con curiosidad, de aquí salió la información para este artículo: https://dash.harvard.edu/bitstream/handle/1/10018966/Schaffer06.pdf?sequence=1
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