domingo, 27 de marzo de 2016

Te odio, Ferrante (Comentario literario desde la sensibilidad)

Me acerqué a Ferrante con esceptisismo, porque la veía en todos los anaqueles de la Librería Nacional y la Panamericana siempre sospecho cuando inflan demasiado la publicidad hacia un autor, más si la mitad alrededor grita “La escritora anónima que todos están leyendo”.  

Poner de acuerdo a medio planeta me parece difícil y en literatura hasta sospechoso.

Debo admitir que miré las portadas, leí las contraportadas de la trilogía napolitana varias veces, de reojo tratando no acercarme a su obra, el solo hecho de leer las reseñas me incomodaba.

Eso de entrar con profundidad en el universo femenino desde otra mirada, sentir las cosas simples, retratar la rutina de la vida, el amor, la formación de identidad y las luchas internas en un Nápoles machista me provocaba sueño, ya tenía mucho con mi propia vida, lo último que deseaba era verme reflejada en un libro.

Aun así Ferrante llegó a mis manos, en plena clase de italiano… tuve que leer El Amor Molesto. (Solo puedo hablar de esta obra, porque  sería estúpido hacerlo sin haber leído otras ).

¡Vaya que fue un amor molesto!. Desde el principio nos pintan a Delia, una mujer aparentemente común, que comienza a descubrir y conocer a su madre, Amalia, después de muerta. En ella se retratan todos los pesos de la vida femenina, los dolores corporales propios de las chicas, la ruptura de la relación y el reflejo maternales en la vida de las mujeres. (esto no es reseña, no les voya decir de que va el libro).

Ferrante describe con acierto la manera en que nosotras no podemos evitar devolver la imagen de la sociedad en cuerpo y alma. Nos hace viajar a través de la culpabilidad y el deseo que aparecen con sutileza y palabras tan simples que se hace imposible no decirme a mí misma ¡Que libro tan sucio y bello! porque todo en El amor molesto destila olor a polvo, a viejo y a elegancia encubierta.

Lo único que pude pensar fue “ Te odio Ferrante”, te odio, porque sacaste a la luz un montón de cosas que nosotras callamos para protegernos.

Te odio porque pusiste de manifiesto, entre espacios y caracteres esos amores que necesitamos para vivir, que nos consumen y obligan a replegarnos internamente, la intensidad que nos desborda, la complejidad que se teje entre recuerdos y sueños encarcelados en la mente y el cuerpo femenino.

Te odio, Ferrante, porque escribiste un libro que me sobrepasa y me ha transformado sin querer, que me hizo reflexionar, que logró hacerme sentir algo.

Después de odiarte un rato pequeño vino lo predecible; pensé: “Te quiero Ferrante”, esencialmente por que pudiste retratar las relaciones femeninas sin tanta superficialidad, contigo no hay lugar al tanto melodrama, no hay riesgo de ser retratada como un cuadro pop o un arquetipo simplista, no prostitutas, no reinas, no estrellas, no madres apenas.

Y sí, Ferrante  se vende como Cocacola, pero calma la sed, al menos por un rato. Si los otros libros son como El amor molesto, ¡que sean bienvenidos, que me incomoden, que me enseñen a amarlos! (y por amor a Dios que alguien me los regale por que no tengo un peso para poder leerlos).

Último comentario, no me importa si es hombre o mujer, el halo de misterio que le han tratado de imponer me parece casi risible, ya han existido escritores anónimos bien plantados.


Por último: creo que con el primer texto, te quiero un poquito, Ferrante… por favor no le cuentes a nadie.

domingo, 20 de marzo de 2016

Idiomas con carga sentimental

Que Francia suene a película romántica, que Italia grite pasta, que Brasil ponga en la mente calor y cuerpos descubiertos, que Estados Unidos suene a goma de mascar y que Alemania suene a cerveza no son casualidades.

No, no me refiero a las costumbres sino al lenguaje.  

Cada palabra lleva detrás una carga sentimental, un dejo de la vida, un tono y una posición en la lengua que la diferencian de otras.

 Los franceses arrastran la R como si les pesara el final de los verbos; los italianos doblan consonantes queriendo que no se les escapen de la boca, los ingleses acortan todo en la búsqueda de tiempo que alcance para vivir y ponen apóstrofes para aminorar los procesos de negación.

Los brasileros dan musiquinha a cada frase cada vez que hablan, algo como una mini batucada, así sea un madrazo. Los alemanes son precisos; pegan recortan y hacen collages con las sílabas, las juntan para que no sientan frío.

Las palabras tienen cargas emocionales súper fuertes que dejamos pasar desapercibidas; ha de ser porque gran parte de nuestro lenguaje es corporal. Estamos tan acostumbrados a la presencia de las letras en la vida, que no nos fijamos en lo hermosas que son.

Amor en español y portugués suena a aroma, mora, ramo y roma, combinaciones más o menos tontas. El amor en portugués suena parecido, pero con instrumentos de fondo y una R sexy.

El amor en español lo conocemos, de a pocos, golpea la boca de manera fuerte, rápida, es una palabra que corta el viento y la vida poniendo una cicatriz honda en el papel. 

Amor en español se parece a morar en el corazón de otro. ( No sé si morar exista en portugués)

Amour en francés, en cambio, entra en los oídos de una manera, sutil, juguetona. La pronunciación recuerda las ondas del agua y el viento.

Amour, en francés, da para poemas, como un olor conocido que se queda flotando por ahí en cualquier lugar de la mente, lo dije antes, la R se arrastra con tendencia a desear la infinitud.

Amore, en cambio, se parece al amor en español, se atenúa la R con una E que la acompaña, se acerca más al verbo enamorar que a rememorar; suena a amarre, hacer un nudo con los sentimientos para que no se suelten, contención y fuerza en medio de este mundo loco.

Particularmente, love suena extraño, a velo algo que cubre y protege, del sol, del frío; a lugar personal e íntimo. También se oye como velar por el otro. A live que es vida cambiando la o por la i.

Aunque suene chistoso amor en inglés suena a bicicleta en francés que se dice vélo y no tiene nada que ver con toda la cháchara cursi que ustedes leen.

Ahora vamos con Liebe: el amor frío, blanco, que pesa, adormece y cubre las calles, un amor frágil, poderoso como la nieve, que se acerca más al love, que al amore, al amour. Una palabra curiosa a la que le falta una R para salir corriendo como liebre, Liebe es  curiosamente parecido a la palabra “llueve” que casi, casi tiene un halo de melancolía alrededor.

En fin, esto se está convirtiendo en algo demasiado extenso, solo quería ilustrar lo que siento acerca de la carga sentimental del lenguaje, decir que las palabras nos definen desde la intimidad;con una fuerza que atraviesa nuestra vida de manera casi imperceptible, formando parte fundamental de nuestro ser. 

Hoy solo paro de escribir, a regañadientes, porque tengo mucho que hacer. 

Feliz semana santa.