Que Francia suene a película romántica, que Italia grite pasta, que Brasil ponga
en la mente calor y cuerpos descubiertos, que Estados Unidos suene a goma de
mascar y que Alemania suene a cerveza no son casualidades.
No, no me refiero a las costumbres sino al lenguaje.
No, no me refiero a las costumbres sino al lenguaje.
Cada palabra lleva detrás una carga sentimental, un dejo de
la vida, un tono y una posición en la lengua que la diferencian de otras.
Los franceses arrastran la R como si les pesara el final de los verbos; los italianos doblan consonantes queriendo que no se les escapen de la boca, los ingleses acortan todo en la búsqueda de tiempo que alcance para vivir y ponen apóstrofes para aminorar los procesos de negación.
Los franceses arrastran la R como si les pesara el final de los verbos; los italianos doblan consonantes queriendo que no se les escapen de la boca, los ingleses acortan todo en la búsqueda de tiempo que alcance para vivir y ponen apóstrofes para aminorar los procesos de negación.
Los
brasileros dan musiquinha a cada frase cada vez que hablan, algo como
una mini batucada, así sea un madrazo. Los
alemanes son precisos; pegan recortan y hacen collages con las sílabas, las
juntan para que no sientan frío.
Las palabras tienen cargas emocionales súper fuertes que
dejamos pasar desapercibidas; ha de ser porque gran parte de nuestro lenguaje es
corporal. Estamos tan acostumbrados a la presencia de las letras en la vida,
que no nos fijamos en lo hermosas que son.
Amor en español y portugués suena a aroma, mora, ramo y roma, combinaciones más o menos tontas. El amor en portugués suena parecido, pero con instrumentos de fondo y una R sexy.
El amor en español lo conocemos, de a pocos, golpea la boca de manera fuerte, rápida, es una palabra que corta el viento y la vida poniendo
una cicatriz honda en el papel.
Amor en español se parece a morar en el corazón de otro. ( No sé si morar exista en portugués)
Amour en francés, en cambio, entra en los oídos de una manera,
sutil, juguetona. La pronunciación recuerda las ondas del agua y el viento.
Amour, en francés, da para poemas, como un olor conocido que se queda flotando por ahí en cualquier lugar de la mente, lo dije antes, la R
se arrastra con tendencia a desear la infinitud.
Amore, en cambio, se parece al amor en español, se atenúa la R con una E
que la acompaña, se acerca más al verbo enamorar que a rememorar; suena a
amarre, hacer un nudo con los sentimientos para que no se suelten, contención
y fuerza en medio de este mundo loco.
Particularmente, love suena extraño, a velo algo que cubre
y protege, del sol, del frío; a lugar personal e íntimo. También se oye como velar
por el otro. A live que es vida cambiando la o por la i.
Aunque suene chistoso amor en inglés suena a bicicleta en francés que se
dice vélo y no tiene nada que ver con toda la cháchara cursi que ustedes leen.
Ahora vamos con Liebe: el amor frío, blanco, que pesa,
adormece y cubre las calles, un amor frágil, poderoso como la nieve, que se acerca más al love, que al amore, al amour. Una palabra curiosa a la que
le falta una R para salir corriendo como liebre, Liebe es curiosamente parecido a la palabra “llueve” que casi,
casi tiene un halo de melancolía alrededor.
En fin, esto se está convirtiendo en algo demasiado extenso, solo quería ilustrar lo que siento acerca de la carga sentimental del lenguaje, decir que las palabras nos definen desde la intimidad;con una fuerza que atraviesa nuestra vida de manera casi imperceptible, formando parte fundamental de nuestro ser.
Hoy solo paro de escribir, a regañadientes, porque tengo mucho que hacer.
Feliz semana santa.
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