jueves, 11 de agosto de 2016

Hablar de amor con amor


En el 2014 hacía mi tesis sobre el acoso escolar en Colombia, hablé con muchos niños, a la larga no escribí el nombre de ninguno pero hubo 3 charlas que se me quedaron en la memoria.

Él tenía 11 años, estaba en cuarto grado, se acercó corriendo después de la charla y me tocó la espalda.

- Profe, es que yo quería hablarle ¿puedo?

Nos sentamos durante el recreo en un rincón de la cancha, él me contó que había intentado "botarse desde el salón del cuarto piso en su colegio porque siempre estaba triste", pero la profesora de español lo había detenido. Me contó también que no entendía por que lo odiaban, ni la manera en que lo gritaban por no hablar casi, por ser más sensible que sus compañeritos y por otras cosas.

- ¿Y qué te dicen, si quieres contarme?
- Me dicen que soy…Que soy… Es que es una grosería…

Los ojos oscuros retenían las lágrimas, se estaba poniendo rojo, apretando los párpados, miré el saco azul y el pantalón gris para que no se diera cuenta de que ya lo había notado. Le dije que hablara con confianza, que no le iba a contar nada a nadie.

- Me dicen que soy …- (Se acercó y me susurró en la oreja) - me dicen que soy gay.- entonces sentí la lágrima que me empapó a mí también la mejilla.

- y eso que tiene de malo, ¿Eres gay?
- No sé…

Él me contaba que los niños del salón jugaban a golpearse en “un juego que se llamaba azorar” que le pegaban “muy duro” y lo gritaban por que no daba puños iguales de fuertes, por que siempre estaba al fondo con el mejor amigo, que lo miraba y le hacía señas de que fuera a a pasar el recreo a su lado.

Esa vez solo pude decirle que él tenía derecho de decidir a quien querer, que solo él podía saber como hacerlo sin importar si se trataba de hombres o mujeres. Que no se preocupara y que gay no era una grosería.

Me abrazó, me dejó empapada de mocos y lágrimas, pero me dijo “gracias profe”  y aunque no soy profesora, eso no se me va a olvidar.

La grosería para mí, era darme cuenta que esas cosas aún ocurren en los colegios (esta era una institución oficial no católica), que utilicemos excusas como la Biblia (donde dicen que debemos amarnos unos a otros) para fomentar rechazo social, pero sobre todo  lo más insultante para mí fue notar que una de las cosas que nos queda más difícil en el país del sagrado corazón es hablar del amor con todo el amor que podemos tener en nuestra alma.

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