Después de esta semana tan loca para Colombia siento necesario pronunciarme, es interesante ver como pasamos del anhelo de paz, a la desesperanza, de la desesperanza a la incertidumbre, luego a la euforia, a la resignación y regresamos a la esperanza. Nuestro país es tan voluble como una mujer en “esos días”.
Nos debatimos eternamente entre tener el corazón sangrado y jurarnos el país del sagrado corazón, somos un país dividido que necesita mesías, necesita milagros para creer estamos tan apaleados que nos cuesta entender que todos buscamos lo mismo, aun cuando se nos hincha el pecho de amor y alegría. Otras veces, que deberían ser menos, callamos por miedo, un miedo estúpido a soñar que no nos ha aportado nada.
Durante esta semana he visto el poder de la ilusión y el de la tristeza, los dos igualmente arrolladores, ambos movilizantes, motores sociales que me hacían sentir miedo de una segunda ola de violencia partidista.
Los del sí destrozados, los del no confundidos, ambos bandos con la misma necesidad: un país nuevo, en el que el cual el dolor no sea el pan de cada día. En cambio, encontraba una lucha política por apoyar a tal o cual candidato, como si se tratara de las elecciones y no de un futuro inmediato que nos concierne, nos persigue y parece engullir el presente mediante la incertidumbre.
Lo único que quiero decir es esto: sí podemos llegar a convivir tranquilamente, solo es cuestión de respetar al otro de mirarlo como humano de entender que tiene una historia, un dolor y una posición personal que lo aleja de mí y hace posible enriquecer la sociedad.
La libertad personal es un derecho , pero entender la libertad de otro debería ser un deber, eso es algo que no hemos logrado asimilar adecuadamente, entender la diferencia, pedir perdón, perdonar, abrazar al que no entiendo.
La libertad personal es un derecho , pero entender la libertad de otro debería ser un deber, eso es algo que no hemos logrado asimilar adecuadamente, entender la diferencia, pedir perdón, perdonar, abrazar al que no entiendo.
Creo con el corazón que este país no está solo en manos de los jóvenes, sino de todos. Si usted tiene la posibilidad de generar un cambio en pro de la educación, de la salud, del diálogo respetuoso hágalo, independientemente de su voto o su filiación política. Si usted tiene la posibilidad de hacer un mejor país, acoger a alguien bajo su sombrilla , ceder un puesto en el bus, sonreír y decir hola en la calle, no se cohíba, porque este no tiene que seguir siendo el país de la papaya puesta y partida, el del más vivo o el que se cola.
En la posibilidad de actuar desde lo mínimo se construye una mejor Colombia, este país tiene muchas posibilidades, miles en cada persona, reconstruyámoslo, todos juntos, que no sea solo el Gobierno, que no sea solo el otro, remendémonos el alma, respiremos un poquito y apuntemos a mejorarlo todo a remendar el sangrado corazón poniendo un poquito del nuestro.
Este post también forma parte de mi colaboración con sinombligo project
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