Parece que existe una regla que no necesita ser escrita y en
la que todas las personas que conozco están de acuerdo: regalar comida es una muestra afecto. Porque en apariencia
eso de que la barriga llena deja el corazón contento es cierto.
Desde el punto de vista del funcionamiento corporal suena lógico,
que un cuerpo con combustible suficiente puede proveer a los músculos y al
cerebro de la cantidad de energía necesaria para ejecutar sus funciones de
manera adecuada. Así, cuando le regalamos comida a alguien, indirectamente le
queremos decir que deseamos su bienestar.
Ahora, imaginémonos lo que quiere decir un chocolate, que no
solo es alimento, sino que ayuda a liberar hormonas para la alegría como la
serotonina. Sí, el chocolate es una expresión física y química de cariño. Que además
lleva a más de uno directo a la infancia.
Creo, con parte de mi cerebro y algo de mi estómago, eso de que a un hombre se le conquista por la
panza. No se trata de atiborrar con comida al susodicho. Es que la comida habla
sin palabras y esos discursos que no tocan el aire son los que le pegan más
fuerte al alma.
A continuación espero que mi lector se imagine lo que viene
con voz de narrador español noventero de documental de la National Geographic.
El amor, activa en el cuerpo una situación de alerta, las
pupilas se dilatan, sentimos las mal llamadas mariposas en el estómago, que son
una combinación de hormonas preparándonos para buscar pareja, como un león
tratando de cazar un venado.
Aquí hay que apagar la vocecita mental.
La alimentación es una de las necesidades básicas humanas, apela directamente a los instintos de
supervivencia y protección que no podemos eludir. Son pocos (si es que existen)
los animales que no reciben la primera comida de su madre. De igual manera los
humanos buscamos conectarnos con los demás a través del alimento.
En Asia existen el día blanco y el día negro, dos ocasiones en que las personas le regalan
chocolates a sus parejas o mejores amigos. En México están las calaveritas de
dulce para recordar a los fallecidos. En Italia existe un tipo de pan que no se
puede poner boca arriba en la mesa, por que dicha acción representa una ofensa.
En Colombia hay postres con nombres como “solteritas” o “divorcio”
que deben tener alguna historia detrás. Por si fuera poco, en lo que conozco del mundo se regalan dulces
para decir “te quiero”, esto último debe
ser un poco más difícil para las personas con problemas de azúcar
.
Cuando la mesa se pone de manera elegante, el corazón
también se engalana, porque lo queramos o no, el amor y la comida se parecen,
nos revuelven la panza y despiertan nuestro lado más salvaje para preservar la
especie.
Jaja. Me repetí la lectura del artículo con la voz mental. Pregunta: donde venden esos postres colombianos? Te aceptó el tema del liberal, brazo de reina o el churro y el roscón (los cuales me he puesto a imaginar que historia bizarra hay detrás de sus nombre) Saludos
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